Cuando decidimos formar una familia, no tenemos en cuenta que las cosas se pondrán muy difíciles.
Sabemos que no es fácil, que dirigir una familia es una gran responsabilidad y que el matrimonio debe ser muy sólido y fuerte para que la familia crezca de manera saludable.
El número de divorcios en todo el mundo ha aumentado. Vivimos en una sociedad desechable, donde jugar y comprar algo nuevo es más fácil y rápido que reparar y cuidar.
El divorcio no es el camino pero callar en silencio tampoco
En una conversación con amigas, hablamos sobre las dificultades del matrimonio. Todos estamos de acuerdo en que, después de tener hijos, la mentalidad de una mujer se centra en su bienestar y que no siempre es fácil ser cien por ciento exitosa en todos los aspectos que se esperan de nosotros.
Y en este hermoso pero arduo camino, que es la vida de una pareja y una familia, a menudo tropezamos y nos damos cuenta de que nos sentimos invadidos por la sensación de “tirar todo”.
En medio de este sentimiento de frustración y decepción están los niños, que en silencio sufren la hostilidad.
El divorcio se presenta como una posibilidad cuando ya no encontramos una salida.
En muchos casos, es solo una solución que se deriva del miedo y la angustia que prevalecen cuando el agotamiento no nos permite enorgullecernos y sentarnos a hablar. En otros casos más graves (donde hay violencia doméstica, por ejemplo), es una salida y, a veces, la más saludable para todos.
Señales para detectar un matrimonio tóxico
En un matrimonio, todos tenemos conflictos. El punto es saber cómo ser lo suficientemente maduros para comprender que cuando somos padres, tenemos una mayor responsabilidad de garantizar la integridad física y emocional de nuestros hijos; y eso significa garantizarles un ambiente saludable, donde puedan crecer con una infancia feliz.
Control y posesividad
Algunas personas confunden esto con amor, pero nada más lejos lo están. Aquellos que realmente aman, cuidan, aconsejan, pero nunca controlan o ejercen la propiedad sobre su pareja.
Reproches que no cesan
muchas veces sucede que ambos son los que no dejan de criticarse el uno al otro. Si hay niños en el medio, verán que sus padres solo tienen críticas, que nunca se conforman.
Celos injustificados
Crecimos con la idea de que los celos son sinónimo de amor. Con respecto al punto 1, los celos extremos e injustificados son una señal inequívoca de que estás en una relación tóxica.
La baja autoestima suele ser uno de los factores desencadenantes de este comportamiento.
Conflictos que surgen con el mínimo roce
Ante la más mínima diferencia o desacuerdo, surgen peleas, gritos e insultos. La forma de resolverlo ya no existe, pero los ataques violentos atacan cada desacuerdo que debe resolverse.
Falta de respeto
Cuando se falta el respeto se llega a un punto de difícil retorno, pues se vulnera profundamente la dignidad de quien dijimos una vez amar.